martes, 13 de enero de 2009

Vendran lluvias Suaves

"...Vendrán lluvias suaves y olores de la tierra,

y golondrinas que girarán con brillante sonido;

y ranas que cantarán de noche en los estanques

y ciruelos de tembloroso blanco,

y petirrojos que vestirán plumas de fuego

y silbarán en los alambres de las cercas;

y nadie sabrá nada de la guerra,

a nadie le interesará que haya terminado.

A nadie le importará, ni a los pájaros ni a los árboles,

si la humanidad se destruye totalmente;

y la misma primavera, al despertarse al alba

apenas sabrá que hemos desaparecido...

Tomado del cuento "Vendran Lluvias Suaves" de Ray Bradbury

martes, 27 de noviembre de 2007

Don Filemón arreglaba relojes

Don Filemón arreglaba relojes. Todas las mañanas antes del alba, levantaba su pesada cadera de la sucia y dura cama del inquilinato donde vivía, tenía un colchón corto y estrecho relleno de paja y esbozos de algodón. Descalzo, caminaba hasta la mesa y encendía la emisora de la Fundación Carvajal, todo el día escuchaba dicha emisora, la música clásica era la única que conocía, solamente escuchaba música clásica, nunca le pregunte el porque.

Preparaba un café aguado reutilizando el colado del día anterior, se lo tomaba y entraba al baño a orinar y lavarse la cara, solamente se bañaba una vez por semana, no tenía para quien estar limpio. Usaba el mismo pantalón café, amarrado con una cabuya para que no se le deslizara por sus delgadas piernas, a sus 78 años la carne se escurría sobre sus débiles huesos; usaba una camisa de algodón de manga corta y rallas cafés sobre un fondo blanco, tan vieja estaba que se podía ver a través de ella: sus costillas se tallaban sobre su piel desierta. Zapatos sin medias.

Tomaba sus herramientas, los relojes de la noche anterior y caminaba hasta al Centro Comercial Panamá, una caminata de 25 cuadras por las entrañas de aquella ciudad tropical de ardiente sol y ardientes mujeres, ciudad de deseo y sangre.

Esperaba… esperaba la llegada de don Omar, el dueño del establecimiento: un cuarto de dos metros por uno y medio con tres estantes metálicos y blancos y dos cabinas de madera y vidrio; cabinas atestadas de relojes en reparación, repuestos, piezas inservibles, cajas, lupas, pinzas, herramientas. Don Omar entraba con paso cansado, a sus 82 años sus ojos hundidos y su mal aliento dominaban su rostro, saludaba con un “como le va don Filemón” quien respondía con un “sobreviviendo don Omar, sobreviviendo”, don Omar se agachaba, liberaba los dos candados y habría la oxidada puerta, don Filemón encendía la luz y ambas almas en pena se sentaban en sus correspondientes cabinas, se encendía la radio y sonaba Khachaturian-Spartacus, don Omar habría el cajón y aparecían sus herramientas sobre un pañuelo sucio, don Filemón habría su maletín de cuero y disponía su arsenal.

Trabajaban… trabajaban arreglándole los relojes a los otros relojeros de la ciudad, a aquellos que no sabían como, a aquellos Relojistas de barrio. Don Omar y don Filemón eran Relojeros de Relojistas.

El medio día, almuerzo y tinto para el sueño, un descanso, pararse y estirar lo inestimable. Una mirada, una carcajada, un silencio, el trabajo de nuevo, un nuevo reloj, un madrazo “!! jueputa !!”, silencio de nuevo, Glazunov-Otoño, sus figuras encorvadas, lente al ojo, las manos ocupadas, el ocaso, una luz naranja invade el espacio, cuerpo erguido, manos libres, la hora de salida.

Don Filemón toma sus herramientas, dos relojes para entretenerse en la noche, don Omar se queda un poco más, “hasta mañana don Omar”, “que descanse don Filemón”, 25 nuevas cuadras, parada a comer, tamál y gaseosa, la puerta del inquilinato, las gradas, el cuarto oscuro, el baño de nuevo, estreñimiento, dos horas más arreglando aquel escape, Fundación Carvajal, la hora de dormir, acostarse del lado derecho para evitar la molestia en el nacido del cuello, “este nacido me va matar”. Silencio.

Un cuento…

Suspiro… me gusta suspirar, me llena de suspiros. Suspiro sentado en un banco de algún lugar. Aquel banco que siempre está ahí, aquel que espera un melancólico ambulante, sin embargo, ahora, hoy, no estoy melancólico, solo estoy llenándome de suspiros.


El tiempo pasa mientras que el tiempo transcurre, es decir, yo solo espero. La espera no es larga ni corta, es tan solo una espera, se que espero porque el tiempo corre, anda, fluye. Se que fluye porque sé que aquí llevo un rato, porque han pasado varios suspiros, porque el hambre aparece y el cansancio asoma, porque el día se oscurece y el viento calma, porque la temperatura desciende, porque el silencio arrecia.

Tan solo escucho mi respirar, mi suspirar.

Después de un rato, estoy lleno de suspiros, así que me dispongo a gastarlos, me paro y camino, camino y me desplazo, ya no estoy en aquel lugar, ahora estoy en otro lugar, y los lugares cambian mientras que el caminar acontece. Con cada paso, un suspiro desaparece, se desvanece, se difumina, más no me preocupo, tengo suficientes suspiros. Se que me desplazo porque las sombras cambian, porque las miradas aparecen, porque el silencio prevalece.


Observo. Los otros pasan, caminan, respiran y suspiran, todo al mismo tiempo. Demasiado para mi, una sola cosa a la vez, pero no, ellos son y están y hacen y transcurren, todo al mismo tiempo, tan al mismo tiempo que no pueden saberlo, no lo observan, no lo disfrutan. No se percatan del tiempo, solo se dan cuenta de el cuando les hace falta, cuando no lo tienen.


Finaliza mi caminata, la puerta de mi casa. Mi cama, mi gato, mi propio silencio, el mío, el de nadie más. Mis sueños. Mañana será mañana.

El tiempo es de cada momento. Es de siempre.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

“Al inicio no había tiempo, no había espacio. No había inicio”

La frase que titula éste escrito se me suicito tras una acalorada charla en la sala de mi casa. El tema de esta charla, como ya se debe de suponer, era el inicio del universo. La pregunta, ¿Cómo se formo el universo?, y la frase nació tras una explicación que le presentaba a un amigo, en relación con la posibilidad de que la forma del inicio del universo no implicara un punto de origen, que la “forma” del inicio no fuera un cono con “punta” sino un cono con “punta roma”. Esta afirmación me ha estado dando vueltas y vueltas en la cabeza durante un tiempo atrás, hasta el punto de obligarme a escribir al respecto en busca de aclarar algunas ideas que la rodean. Exploremos entonces los inicios del universo.

La idea de una ausencia de un inicio tiene unas importantes connotaciones, la primera de ellas podría ser que de esta manera se elimina un “iniciador” un “creador”, al menos en principio, pues algunas ideas o planteamientos pueden objetar dicha afirmación y cuestionarla. (no es objeto del presente profundizar al respecto).

Un universo estacionario es eterno, siempre igual e invariante, sin inicio ni final, es estable e infinito, el universo estacionario "siempre ha sido y siempre será como hoy; permanece en estado estacionario. Nunca empezó y nunca tendrá fin...". Esta idea puede justificar un Dios externo a la naturaleza del universo, un Dios en capacidad de concebirlo, pensarlo y crearlo. Pero que pasa cuando nos damos cuenta que la naturaleza del universo necesariamente involucra al tiempo y al espacio?, es decir, que si en algún momento el universo tiene un inicio, en ese momento también se "inicia" (o se crea) el tiempo y el espacio?, que pasa con el “universo” que habita aquel Dios?, que espacio y que tiempo habitaba en un “antes” si antes de la creación no existían aquellas entidades? (las entidades espacio-temporales), si aquellas entidades necesitaban de la creación?. Podemos decir que dicho Dios es externo a esta naturaleza, pero si el universo es eterno, en que momento Dios se había decidido a crearlo?, cuando se había tomado el tiempo para diseñarlo?, el bucle teórico empieza a agrandarse, un eterno retorno. Estas preguntas podrían quedar sin sustento en el momento que se reconoce la "nada" en el "exterior" del universo (en el NO universo), como?, como puede haber "nada" afuera? sencillamente porque el tiempo y el espacio únicamente se definen y tienen sentido en el "interior" del universo, son el universo, y la "nada como concepto dialéctico, no tiene sentido sin los conceptos de tiempo y espacio, la nada también se contiene en el universo, que ironía!!!

Un universo con crecimiento cónico.

Esta representación es una simplificación del proceso de formación y crecimiento del universo. Algunas evidencias de peso teórico, infieren un universo en expansión, en contraposición del universo estacionario, la mas conocida de todas es aquella del corrimiento al rojo de la gran mayoría de las galaxias observables, en palabras sencillas, estamos hablando de que la gran mayoría de las galaxias y cuerpos celestes observables, se encuentran emitiendo una luz corrida hacia el rojo, lo que implica que, por el efecto Doppler, se están alejando; esa tendencia en el movimiento nos hace pensar que en algún momento de la historia el universo era mas denso y en consecuencia el universo esta expandiéndose. De lo anterior empezamos a regresarnos en el sentido contrario de dicha expansión, llevándonos a un punto central de expansión, punto donde suponemos el universo se inició. Otra evidencia interesante, es aquella del fondo de radiación en los límites cercanos al "borde" del universo. Aparentemente existe una radiación de fondo que se estima, su fuente se ubica en el "borde" del universo, dicha radiación sería el remanente de un gran “Big Bang”, una gran explosión que genero el universo, y junto a el, y en redundancia, el tiempo y el espacio. Si pensamos en una expansión uniforme, probablemente nos podríamos acercar a una forma esférica del universo, pero el problema de la forma es bastante complejo, así que abordémoslo únicamente en función del proceso de expansión. De una manera análoga, podemos pensar que el universo se formo desde un punto singular, una singularidad, y se expandió bajo algún criterio, tal como se forma un cono, desde un punto creamos dos líneas dirigiéndose en direcciones no paralelas, las cuales se cortan en el origen, un cono. Este cono tendrá una punta definida, en la singularidad, pero ésta singularidad, de una manera estricta, puede tener forma puntiaguda, o forma roma. En términos estrictamente geométricos, la diferencia entre estos dos conos es su punta, una contiene un punto singular, un origen, la otra, presenta una ausencia de dicho punto como representación singular, pues conforme nos acercamos a el, siempre tendremos una curvatura induciendo el origen, induciendo la singularidad, sin contenerla.

Bueno, la idea de un inicio con “punta roma”, si bien implica una “ausencia” de inicio, no implica un “eterno” universo, esta dicotomía que parte de un problema dialéctico, se desarrolla desde el concepto de inicio, el inicio solo es concebible desde una perspectiva espacio-temporal, pues dicho concepto esta creado desde nuestra experiencia. La posibilidad de iniciar algo esta sujeta a un punto de partida, un “aquí” y un momento de partida, un “ahora”, el aquí y el ahora solo son posibles en el interior de la naturaleza del universo. Ahora bien, lo anterior no contradice ni un “inicio en punta”, ni un “inicio en punta roma”, para ambos casos el concepto de inicio se sustenta en si mismo, sin embargo en el caso del inicio puntiagudo es aceptable un creador, un dedo sobre un papel, una decisión, una determinación, un desde aquí y ahora. En contraparte, la “punta roma” únicamente nos induce a un inicio, siempre no lo indica pero nunca llega, siempre nos acerca, pero nunca nos alcanza, es como un ”mañana” siempre llegando, siempre a la vuelta de la esquina. En esta perspectiva, conforme nos acercamos al inicio, el tiempo se hace más largo, y el espacio mas amplio, lo segundos se hacen minutos y los minutos horas, no en su dimensión, sino en su experiencia, tal como cuando dormimos y en nuestro sueño necesitamos correr, y no avanzamos. De una manera neurótica nos esforzamos por movilizarnos, por trasladarnos, corremos, pues nuestras piernas se mueven, pero no alcanzamos la siguiente acera, estamos de nuevo en un eterno retorno. Sabemos que el inicio esta ahí, lo vemos lo intuimos, pero no lo alcanzamos, no lo saboreamos, ahí, en esa imposibilidad habita la eternidad del universo de punta roma, no en que el universo sea eterno, o que no exista de manera absoluta un inicio, la eternidad del universo disuelve las dos alternativas, iniciamos pero el inicio nunca inicia, nunca arranca, “Al inicio no había tiempo, no había espacio. No había inicio”, creo yo que de aquí sale mal librado un Dios, no hay “momento” para su creación, y mucho menos para su premeditación.

Los límites del universo son las relaciones espacio-temporales.

Einstein en su relatividad especial, determino que no puede existir un cuerpo o entidad universal que pueda desplazarse a mayor velocidad que la de la luz, esto significa que el límite superior del universo es la relación espacio-temporal que experimenta un haz de luz.
Por otro lado, la tercera ley de la termodinámica o teorema de Nernst establece la imposibilidad de alcanzar el cero absoluto. Recordando que la temperatura es la medida de la velocidad media de vibración molecular, podemos decir entonces, que es éste el límite inferior del universo, el cual habla de la relación espacio-temporal que experimenta una molécula de cualquier tipo. Es decir, no podemos estar quietos.

Es muy curioso, que los dos límites teóricos del universo sean dos imposibilidades espacio-temporales. Pensemos esto en función de la “eternidad” del universo que expuse anteriormente. Conforme el universo se expande se enfría, a partir de este razonamiento podemos movernos en dos direcciones, las mismas dos que establece la expansión. Si regresamos en el tiempo contrayéndonos, observamos que el universo, minuto a minuto, se hace más caliente, en algún punto, entre la actualidad y el “inicio”, probablemente cerca de los primeros 3 minutos, la temperatura del universo es tan alta, que la rata de cambio a la que vibran las moléculas materiales que lo componen es muy cercana a la de la velocidad de la luz. Todas las moléculas del universo vibran a tal razón que se encuentran a punto de convertirse en luz, pues no puede haber molécula vibrando a una velocidad mayor sin ser luz. En este momento el universo es luz, únicamente luz. Pero continuemos en nuestra dirección de contracción, este proceso, la contracción, debería seguir calentando el universo, pero ¿a costa de qué?, ya no podemos justificar la temperatura en función de la vibración, únicamente hay luz, no tengo claro el proceso subsecuente, sin embargo, tengo claro que el universo no se puede calentar más, no puede ser más veloz. En este punto el universo es extraño, inaccesible, casi secreto. El universo esta incomodo.
Veamos ahora la otra alternativa, la otra dirección, la expansión. Pensemos en la totalidad del proceso de expansión, el universo se ha tardado un tiempo en enfriarse hasta tal punto que se encuentra a portas del cero absoluto. El universo se duerme, las moléculas a duras penas vibran, sin embargo no pueden detenerse, no existe un reposo absoluto, el silencio invade el todo, la oscuridad domina. El universo está incomodo.
Repasemos los dos panoramas, el universo esta incomodo, o no se puede calentar más, o no se puede enfriar más, estamos parados sobre el borde, sobre la última línea. Creo yo, que la única alternativa es retornar, no lanzarse al abismo, no abandonar el barco. De alguna manera el universo debería revertir el sentido. Si esto es así, el universo es pulsante, como un corazón, late, en pulsaciones de eternidad auto-contenida, eternos en las singularidades de sus límites, en aquellas formas raras donde el espacio-tiempo es eterno, no en su forma, sino en su experiencia, donde a partir de si mismos, el espacio, el tiempo y el universo (redundantemente) se recrean sobre si mismos, como las dos manos de Escher que se pintan mutuamente, y que nacen en si mismas. El universo es padre e hijo, es creador y creado, no hay entonces un creador externo, un iniciador externo, no hay una premeditación. Porque el fin del universo es su propio inicio, inicio ausente, y eterno, no necesitamos entonces de un punto de partida, de una decisión, de un desde aquí y ahora, mucho menos necesitamos de una premeditación.



Complemento:

La relación que establezco entre un inicio de punta roma y un universo pulsante responde a la siguiente argumentación.
Conforme el universo se acerca a un estado de in-equilibrio termodinámico, bien sea en un modelo en expansión o en contracción, y entendiéndose que el in-equilibrio termodinámico responde a la incomodidad espacio-temporal inducida por la enrarecida forma en que se auto-contiene. El retorno o inversión “contracción-expansión, y viceversa, es una alternativa mucho más “cómoda” que el colapso del sistema. Una “inicio” de punta roma implica una relación espacio-temporal enrarecida, bien sea en términos absolutos, en términos relativos o en términos dialécticos. Enrarecida a tal punto de hacerse insostenible.

Si pensamos en: “…la pulsión de un universo cerrado me sugiere la figura de una esfera más que la cono romo en continua expansión entrópica” se supone un estado de eterna expansión, de tal manera que el cono no se cierra, sin embargo, en mi idea aparece la “incomodidad” generada por el enfriamiento del universo, el acercarse al cero absoluto, aunque aparentemente parece menos dramática que el estado de “inicio” de un big-bang, es una inestabilidad insostenible sobre si misma. La forma entonces que se sugiere es la de un rombo con sus puntas “romas”.
De esta posibilidad se desprende un universo oscilando entre los dos estados, “eterno” en la medida que ni inicia y ni finaliza, “finito” en la medida en que crea y recrea el espacio y el tiempo de manera recurrente. Es y no es. Esta idea me parece maravillosa y fascinante.

jueves, 14 de junio de 2007

....

"...Pálidas y bastas figuras, tremendas, solitarias, oscuras y desoladas, amantes fatales, misteriosas, condenadas a las infamias titánicas..."

Extracto de "Las Bodas de cadmio y Harmonía"

jueves, 10 de mayo de 2007

An extract from the diary of Lieutenant Colonel Mervin Willett Gonin DSO who was among the first British soldiers to liberate Bergen-Belsen in 1945.

I can give no adequate description of the Horror Camp in which my men and myself were to spend the next month of our lives. It was just a barren wilderness, as bare as a chicken run. Corpses lay everywhere, some in huge piles, sometimes they lay singly or in pairs where they had fallen. It took a little time to get used to seeing men women and children collapse as you walked by them and to restrain oneself from going to their assistance. One had to get used early to the idea that the individual just did not count. One knew that five hundred a day were dying and that five hundred a day were going on dying for weeks before anything we could do would have the slightest effect. It was, however, not easy to watch a child choking to death from diptheria when you knew a tracheotomy and nursing would save it, one saw women drowning in their own vomit because they were too weak to turn over, and men eating worms as they clutched a half loaf of bread purely because they had to eat worms to live and now could scarcely tell the difference. Piles of corpses, naked and obscene, with a woman too weak to stand proping herself against them as she cooked the food we had given her over an open fire; men and women crouching down just anywhere in the open relieving themselves of the dysentary which was scouring their bowels, a woman standing stark naked washing herself with some issue soap in water from a tank in which the remains of a child floated. It was shortly after the British Red Cross arrived, though it may have no connection, that a very large quantity of lipstick arrived. This was not at all what we men wanted, we were screaming for hundreds and thousands of other things and I don't know who asked for lipstick. I wish so much that I could discover who did it, it was the action of genius, sheer unadulterated brilliance. I believe nothing did more for these internees than the lipstick. Women lay in bed with no sheets and no nightie but with scarlet red lips, you saw them wandering about with nothing but a blanket over their shoulders, but with scarlet red lips. I saw a woman dead on the post mortem table and clutched in her hand was a piece of lipstick. At last someone had done something to make them individuals again, they were someone, no longer merely the number tatooed on the arm. At last they could take an interest in their appearance. That lipstick started to give them back their humanity.

lunes, 23 de abril de 2007

Nuclear War

"... if they push the buton, your ass gotta go... God bless your ass, so high in the sky...Radiation, mutation...Acid bomb, atomic bomb, is your ass, good bye, if they push the button, its a mother fuker, don´t you know?...What you gonna do? its about your ass..." (Sun Ra. Nuclear War)