miércoles, 26 de septiembre de 2007

“Al inicio no había tiempo, no había espacio. No había inicio”

La frase que titula éste escrito se me suicito tras una acalorada charla en la sala de mi casa. El tema de esta charla, como ya se debe de suponer, era el inicio del universo. La pregunta, ¿Cómo se formo el universo?, y la frase nació tras una explicación que le presentaba a un amigo, en relación con la posibilidad de que la forma del inicio del universo no implicara un punto de origen, que la “forma” del inicio no fuera un cono con “punta” sino un cono con “punta roma”. Esta afirmación me ha estado dando vueltas y vueltas en la cabeza durante un tiempo atrás, hasta el punto de obligarme a escribir al respecto en busca de aclarar algunas ideas que la rodean. Exploremos entonces los inicios del universo.

La idea de una ausencia de un inicio tiene unas importantes connotaciones, la primera de ellas podría ser que de esta manera se elimina un “iniciador” un “creador”, al menos en principio, pues algunas ideas o planteamientos pueden objetar dicha afirmación y cuestionarla. (no es objeto del presente profundizar al respecto).

Un universo estacionario es eterno, siempre igual e invariante, sin inicio ni final, es estable e infinito, el universo estacionario "siempre ha sido y siempre será como hoy; permanece en estado estacionario. Nunca empezó y nunca tendrá fin...". Esta idea puede justificar un Dios externo a la naturaleza del universo, un Dios en capacidad de concebirlo, pensarlo y crearlo. Pero que pasa cuando nos damos cuenta que la naturaleza del universo necesariamente involucra al tiempo y al espacio?, es decir, que si en algún momento el universo tiene un inicio, en ese momento también se "inicia" (o se crea) el tiempo y el espacio?, que pasa con el “universo” que habita aquel Dios?, que espacio y que tiempo habitaba en un “antes” si antes de la creación no existían aquellas entidades? (las entidades espacio-temporales), si aquellas entidades necesitaban de la creación?. Podemos decir que dicho Dios es externo a esta naturaleza, pero si el universo es eterno, en que momento Dios se había decidido a crearlo?, cuando se había tomado el tiempo para diseñarlo?, el bucle teórico empieza a agrandarse, un eterno retorno. Estas preguntas podrían quedar sin sustento en el momento que se reconoce la "nada" en el "exterior" del universo (en el NO universo), como?, como puede haber "nada" afuera? sencillamente porque el tiempo y el espacio únicamente se definen y tienen sentido en el "interior" del universo, son el universo, y la "nada como concepto dialéctico, no tiene sentido sin los conceptos de tiempo y espacio, la nada también se contiene en el universo, que ironía!!!

Un universo con crecimiento cónico.

Esta representación es una simplificación del proceso de formación y crecimiento del universo. Algunas evidencias de peso teórico, infieren un universo en expansión, en contraposición del universo estacionario, la mas conocida de todas es aquella del corrimiento al rojo de la gran mayoría de las galaxias observables, en palabras sencillas, estamos hablando de que la gran mayoría de las galaxias y cuerpos celestes observables, se encuentran emitiendo una luz corrida hacia el rojo, lo que implica que, por el efecto Doppler, se están alejando; esa tendencia en el movimiento nos hace pensar que en algún momento de la historia el universo era mas denso y en consecuencia el universo esta expandiéndose. De lo anterior empezamos a regresarnos en el sentido contrario de dicha expansión, llevándonos a un punto central de expansión, punto donde suponemos el universo se inició. Otra evidencia interesante, es aquella del fondo de radiación en los límites cercanos al "borde" del universo. Aparentemente existe una radiación de fondo que se estima, su fuente se ubica en el "borde" del universo, dicha radiación sería el remanente de un gran “Big Bang”, una gran explosión que genero el universo, y junto a el, y en redundancia, el tiempo y el espacio. Si pensamos en una expansión uniforme, probablemente nos podríamos acercar a una forma esférica del universo, pero el problema de la forma es bastante complejo, así que abordémoslo únicamente en función del proceso de expansión. De una manera análoga, podemos pensar que el universo se formo desde un punto singular, una singularidad, y se expandió bajo algún criterio, tal como se forma un cono, desde un punto creamos dos líneas dirigiéndose en direcciones no paralelas, las cuales se cortan en el origen, un cono. Este cono tendrá una punta definida, en la singularidad, pero ésta singularidad, de una manera estricta, puede tener forma puntiaguda, o forma roma. En términos estrictamente geométricos, la diferencia entre estos dos conos es su punta, una contiene un punto singular, un origen, la otra, presenta una ausencia de dicho punto como representación singular, pues conforme nos acercamos a el, siempre tendremos una curvatura induciendo el origen, induciendo la singularidad, sin contenerla.

Bueno, la idea de un inicio con “punta roma”, si bien implica una “ausencia” de inicio, no implica un “eterno” universo, esta dicotomía que parte de un problema dialéctico, se desarrolla desde el concepto de inicio, el inicio solo es concebible desde una perspectiva espacio-temporal, pues dicho concepto esta creado desde nuestra experiencia. La posibilidad de iniciar algo esta sujeta a un punto de partida, un “aquí” y un momento de partida, un “ahora”, el aquí y el ahora solo son posibles en el interior de la naturaleza del universo. Ahora bien, lo anterior no contradice ni un “inicio en punta”, ni un “inicio en punta roma”, para ambos casos el concepto de inicio se sustenta en si mismo, sin embargo en el caso del inicio puntiagudo es aceptable un creador, un dedo sobre un papel, una decisión, una determinación, un desde aquí y ahora. En contraparte, la “punta roma” únicamente nos induce a un inicio, siempre no lo indica pero nunca llega, siempre nos acerca, pero nunca nos alcanza, es como un ”mañana” siempre llegando, siempre a la vuelta de la esquina. En esta perspectiva, conforme nos acercamos al inicio, el tiempo se hace más largo, y el espacio mas amplio, lo segundos se hacen minutos y los minutos horas, no en su dimensión, sino en su experiencia, tal como cuando dormimos y en nuestro sueño necesitamos correr, y no avanzamos. De una manera neurótica nos esforzamos por movilizarnos, por trasladarnos, corremos, pues nuestras piernas se mueven, pero no alcanzamos la siguiente acera, estamos de nuevo en un eterno retorno. Sabemos que el inicio esta ahí, lo vemos lo intuimos, pero no lo alcanzamos, no lo saboreamos, ahí, en esa imposibilidad habita la eternidad del universo de punta roma, no en que el universo sea eterno, o que no exista de manera absoluta un inicio, la eternidad del universo disuelve las dos alternativas, iniciamos pero el inicio nunca inicia, nunca arranca, “Al inicio no había tiempo, no había espacio. No había inicio”, creo yo que de aquí sale mal librado un Dios, no hay “momento” para su creación, y mucho menos para su premeditación.

Los límites del universo son las relaciones espacio-temporales.

Einstein en su relatividad especial, determino que no puede existir un cuerpo o entidad universal que pueda desplazarse a mayor velocidad que la de la luz, esto significa que el límite superior del universo es la relación espacio-temporal que experimenta un haz de luz.
Por otro lado, la tercera ley de la termodinámica o teorema de Nernst establece la imposibilidad de alcanzar el cero absoluto. Recordando que la temperatura es la medida de la velocidad media de vibración molecular, podemos decir entonces, que es éste el límite inferior del universo, el cual habla de la relación espacio-temporal que experimenta una molécula de cualquier tipo. Es decir, no podemos estar quietos.

Es muy curioso, que los dos límites teóricos del universo sean dos imposibilidades espacio-temporales. Pensemos esto en función de la “eternidad” del universo que expuse anteriormente. Conforme el universo se expande se enfría, a partir de este razonamiento podemos movernos en dos direcciones, las mismas dos que establece la expansión. Si regresamos en el tiempo contrayéndonos, observamos que el universo, minuto a minuto, se hace más caliente, en algún punto, entre la actualidad y el “inicio”, probablemente cerca de los primeros 3 minutos, la temperatura del universo es tan alta, que la rata de cambio a la que vibran las moléculas materiales que lo componen es muy cercana a la de la velocidad de la luz. Todas las moléculas del universo vibran a tal razón que se encuentran a punto de convertirse en luz, pues no puede haber molécula vibrando a una velocidad mayor sin ser luz. En este momento el universo es luz, únicamente luz. Pero continuemos en nuestra dirección de contracción, este proceso, la contracción, debería seguir calentando el universo, pero ¿a costa de qué?, ya no podemos justificar la temperatura en función de la vibración, únicamente hay luz, no tengo claro el proceso subsecuente, sin embargo, tengo claro que el universo no se puede calentar más, no puede ser más veloz. En este punto el universo es extraño, inaccesible, casi secreto. El universo esta incomodo.
Veamos ahora la otra alternativa, la otra dirección, la expansión. Pensemos en la totalidad del proceso de expansión, el universo se ha tardado un tiempo en enfriarse hasta tal punto que se encuentra a portas del cero absoluto. El universo se duerme, las moléculas a duras penas vibran, sin embargo no pueden detenerse, no existe un reposo absoluto, el silencio invade el todo, la oscuridad domina. El universo está incomodo.
Repasemos los dos panoramas, el universo esta incomodo, o no se puede calentar más, o no se puede enfriar más, estamos parados sobre el borde, sobre la última línea. Creo yo, que la única alternativa es retornar, no lanzarse al abismo, no abandonar el barco. De alguna manera el universo debería revertir el sentido. Si esto es así, el universo es pulsante, como un corazón, late, en pulsaciones de eternidad auto-contenida, eternos en las singularidades de sus límites, en aquellas formas raras donde el espacio-tiempo es eterno, no en su forma, sino en su experiencia, donde a partir de si mismos, el espacio, el tiempo y el universo (redundantemente) se recrean sobre si mismos, como las dos manos de Escher que se pintan mutuamente, y que nacen en si mismas. El universo es padre e hijo, es creador y creado, no hay entonces un creador externo, un iniciador externo, no hay una premeditación. Porque el fin del universo es su propio inicio, inicio ausente, y eterno, no necesitamos entonces de un punto de partida, de una decisión, de un desde aquí y ahora, mucho menos necesitamos de una premeditación.



Complemento:

La relación que establezco entre un inicio de punta roma y un universo pulsante responde a la siguiente argumentación.
Conforme el universo se acerca a un estado de in-equilibrio termodinámico, bien sea en un modelo en expansión o en contracción, y entendiéndose que el in-equilibrio termodinámico responde a la incomodidad espacio-temporal inducida por la enrarecida forma en que se auto-contiene. El retorno o inversión “contracción-expansión, y viceversa, es una alternativa mucho más “cómoda” que el colapso del sistema. Una “inicio” de punta roma implica una relación espacio-temporal enrarecida, bien sea en términos absolutos, en términos relativos o en términos dialécticos. Enrarecida a tal punto de hacerse insostenible.

Si pensamos en: “…la pulsión de un universo cerrado me sugiere la figura de una esfera más que la cono romo en continua expansión entrópica” se supone un estado de eterna expansión, de tal manera que el cono no se cierra, sin embargo, en mi idea aparece la “incomodidad” generada por el enfriamiento del universo, el acercarse al cero absoluto, aunque aparentemente parece menos dramática que el estado de “inicio” de un big-bang, es una inestabilidad insostenible sobre si misma. La forma entonces que se sugiere es la de un rombo con sus puntas “romas”.
De esta posibilidad se desprende un universo oscilando entre los dos estados, “eterno” en la medida que ni inicia y ni finaliza, “finito” en la medida en que crea y recrea el espacio y el tiempo de manera recurrente. Es y no es. Esta idea me parece maravillosa y fascinante.

1 comentario:

Juanete dijo...

Una forma que no conocemos, no sera?